.: Algunas de mis pinturas en mi juventud

PERFIL

El Blog personal de Pedro Villanueva Ciudad de origen: La Puebla de los Infantes Ciudad actual: Fuengirola (Málaga) Inspiración de su obra pictórica y literaria en los paisajes de sus estancias en Madrid, Cádiz y Málaga - BIENVENIDOS A LA PÁGINA DE PEDRO VILLANUEVA. Esperamos que este contenido sea de su interés. Si lo desea, antes de salir puede dejarnos su opinión sobre nuestros contenidos en el apartado de Contacto, que nos servirá para mejorar la página.

HABLO DE AMOR

Soy un hombre que confía
a pesar de tener razones para dudar.
Mis zapatos viejos, mi primer juguete,
mis dientes que nunca quiso el ratón,
mi primera carta de amor que nunca envié…

Soy alguien a quien le gusta respirar,
sentir la fuerza de una mirada,
el calor de unas manos amigas.
Soy alguien que vive con el sentimiento,
esperando que un día
esa mirada y esas manos
se posen en mí definitivamente.

Soy alguien a quien le gusta sonreír,
pintarme de colores la vida,
caminar haciendo camino
con migajas de pan,
por si me pierdo, me regreso.

Soy alguien que prefiere el calor al frío,
el realismo a la ficción,
reír a llorar y mirar a ser mirado,
el silencio al ruido, lo tranquilo…

LA EDAD DE ORO

Hubo una vida para mí dorada
en un reino arrasado,
un sucederse calmo y caprichoso
de la fiebre y la nada.

Hubo una vida de imaginación,
reír de fuentes,
extrañas flores cercenadas
por la fértil guadaña.

Hubo una vida al fondo de mi vida,
una vida granada,
venero inagotable de prodigios,
oro engastado en fábulas.

Hubo una vida de soledad buscada,
de corazón furtivo,
mendigando propósitos,
exigiendo palabras.

Hubo una vida lejana y olvidada
en mi imaginación,
con semillas que nunca germinaron;
una vida gastada.

SI TU ME DIERAS

Si tú me dieras esa flor que ocultas
entre la cárcel de tus muslos tersos.

Esa flor de recóndita fragancia
de oscuro musgo y lujuriosos pétalos.

Si me dieras tu fuego más profundo,
tu palpitar más íntimo, tus besos.

Si me dieras el vino que almacenas
en las ánforas plenas de tus pechos.

Si me dieras tus pechos, blancos frutos
del árbol perfumado de tu cuerpo.

Si me dieras tu boca sensitiva
para beber el fuego de tu aliento.

Si me dieras tu pelo, derramado
como una oscura flor sobre mi lecho.

Si me abrieras tu cuerpo, si me amaras,
derramaría en ti todos mis versos.

Entonces venceríamos la muerte,
el miedo, el odio, el tedio y el silencio.

AMOR DE MADRUGADA

Te has ido como el viento, amor,
primavera de mi otoño, luz encendida,
dejándome el alma enardecida,
y el olor de tu cuerpo en mi almohada.

Aunque es noche cerrada y hace frío,
miro a través del cristal de mi ventana,
bañado por las gotas de rocío
esperándote, mi amor de madrugada.

Me conformo de ti, con poco o casi nada,
acaso un beso, unas caricias delicadas,
amarte, dedicarte hasta los sueños
y presentir tu cuerpo entre mis sábanas.

Si no he de gozarte al calor de la mañana,
a la luz de la luna lo haré, amada mía,
sobrado de cariño, generoso de besos,
para darte mi amor de madrugada…

El valor de la palabra

Leer nos enriquece la vida. Con el libro volamos a otras épocas y a otros paisajes; aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la melancolía. La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores. Hace cinco siglos la imprenta nos libró de la ignorancia llevando a todos el saber y las ideas. El alfabeto fomentó el pensamiento libre y la imaginación. Frente a las imágenes impuestas necesitamos más que nunca el ejercicio de la palabra, siempre a nuestro alcance. El libro, que enseña y conmueve, es además ahora el mensajero de nuestra voz y la defensa para pensar con libertad.

MI PRIMO SEGISMUNDO

Segismundo según me dicen es primo mío por parte de padre, emparentado con Panete, el del quiosco del Llanillo, conocido entre los íntimos por “La vida es sueño”, ya saben, debido al nombrecito, que en mi pueblo utilizamos la guasa. Segismundo casó a temprana edad con Rosalía, sí, hombre, una de las seis hijas de los “Perfeta”, familia que tuvo casa propia en la calle Llana, a la izquierda según subes hacia el Pozo de la “Meína”, muy cerca de la calle de la Amargura y de la casa natal del obispo Sanz y Saravia. Segismundo y Rosalía se casaron por prescripción paterna, mejor dicho, por el convencimiento que les produjo el cañón de la escopeta de caza que el padre de la chica les mostró aquella mañana en que ella apareció en casa embarazada de mi primo, no se supo nunca si lo hicieron queriendo o sin querer. Bueno, pues mi primo Segismundo, a sus ochenta y cinco años padece de Alzheimer y está muy malito. Ya no reconoce a Rosalía, su esposa, que llora a escondidas con llanto acibarado Y duerme a los pies de su cama velando su sueño.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Algunas de mis pinturas en mi juventud

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