martes, 25 de diciembre de 2007




CLETA SEGADE


Cleta Segade nació en Calvos de Socamiño, un pueblecito a orillas del Río Ulla. Había crecido huérfana de atractivos. Fue la única mujer cuyos dieciséis años fueron tan feos como sus veinte. Vivía con sus padres en la placita Mayor del pueblo, en una casa cuyas enredaderas trepaban cuajadas de flores hasta su ventana. Un día llegó al pueblo Tello Treviño, un ventrílocuo asturiano de Pola de Siero, que estaba de gira artística, y se enamoró perdidamente de Cleta. Una noche fue a cantar bajo su ventana. Ella la cerró, pero Tello siguió cantando a cuatro voces hasta enronquecer con tres de ellas. Cuando terminó, le dijo:
--Te amo, eres mi vida y todo lo que tengo.
--Cosa más rara… Soy fea.
--Me casaré contigo -le dijo para convencerla-. Haremos el viaje en barco y nos casaremos en alta mar.
Cleta cedió. Ella lo que quería era casarse. Huirían al sur, en el primer barco que zarpaba a las nueve de la mañana del puerto de Vigo. En su huida pasaron ante la Iglesia de Santiago el Mayor. Cleta dijo que debían casarse allí y no en el barco. Tello dijo que lo romántico era casarse en alta mar, como los grandes apasionados. A las nueve y diez Cleta cedió. Corrieron hacia el muelle cuando el barco estaba a punto de zarpar. Los marineros les dijeron que subieran enseguida. Cleta dijo que ella no embarcaba sin pasaje, no era de esas. Tello tiraba de ella. Cleta insistía que no se metía en el barco sin billete.

En aquel momento crítico, una pasajera joven, muy rubia, con unos dientes como perlas y dos buenas razones a la vista, se echó a reír. Tello Treviño oyó la risa y volvió la mirada hacia la joven. Al fin y al cabo él lo que quería era casarse en alta mar, y aquella belleza rubia reunía más cualidades que su novia. Por eso Cleta Segade se quedó soltera, por no querer embarcar sin billete…





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