CLETA SEGADE
Cleta Segade nació en Calvos de Socamiño, un
pueblecito a orillas del Río Ulla. Había crecido huérfana de atractivos. Fue la
única mujer cuyos dieciséis años fueron tan feos como sus veinte. Vivía con sus
padres en la placita Mayor del pueblo, en una casa cuyas enredaderas trepaban
cuajadas de flores hasta su ventana. Un día llegó al pueblo Tello Treviño, un
ventrílocuo asturiano de Pola de Siero, que estaba de gira artística, y se
enamoró perdidamente de Cleta. Una noche fue a cantar bajo su ventana. Ella la
cerró, pero Tello siguió cantando a cuatro voces hasta enronquecer con tres de
ellas. Cuando terminó, le dijo:
--Te amo, eres mi vida y todo lo que tengo.
--Cosa más rara… Soy fea.
--Me casaré contigo -le dijo para convencerla-.
Haremos el viaje en barco y nos casaremos en alta mar.
Cleta cedió. Ella lo que quería era casarse. Huirían
al sur, en el primer barco que zarpaba a las nueve de la mañana del puerto de
Vigo. En su huida pasaron ante la Iglesia de Santiago el Mayor. Cleta dijo que
debían casarse allí y no en el barco. Tello dijo que lo romántico era casarse
en alta mar, como los grandes apasionados. A las nueve y diez Cleta cedió.
Corrieron hacia el muelle cuando el barco estaba a punto de zarpar. Los
marineros les dijeron que subieran enseguida. Cleta dijo que ella no embarcaba
sin pasaje, no era de esas. Tello tiraba de ella. Cleta insistía que no se
metía en el barco sin billete.
En aquel momento crítico, una pasajera joven, muy
rubia, con unos dientes como perlas y dos buenas razones a la vista, se echó a
reír. Tello Treviño oyó la risa y volvió la mirada hacia la joven. Al fin y al
cabo él lo que quería era casarse en alta mar, y aquella belleza rubia reunía
más cualidades que su novia. Por eso Cleta Segade se quedó soltera, por no
querer embarcar sin billete…
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